Cuestión de mentalidad

Sin ejecución, una idea no más que una visión. Una ilustración de https://www.instagram.com/visualizevalue/

El resultado del encuentro con Juan Ciapessoni, CEO de The Electric Factory, fue dejar mi mente inquieta a 220. Si hay algo que me define es que mi cabeza nunca para. Pensamientos van, pensamientos vienen. Non-stop. Y hoy no fue la excepción. 

Juan funda The Electric Factory en 2002, en una etapa compleja de nuestra historia reciente: la crisis económica. Tenía mucho para ganar y poco para perder. La realidad cambiante se presentaba como una oportunidad para ser disruptivo, para animarse a ser la oveja negra del rebaño. Fueron visionarios, adentrándose al mundo de la publicidad digital antes de que fuese, según sus propias palabras, lo cool

Al igual que Ciapessoni, soy de esas personas que creen que TODO es posible si uno se lo propone. Lo único que nos limita es nuestra mentalidad, y si se quiere innovar, es clave adoptar una mentalidad de crecimiento. La mentalidad de crecimiento, o growth mindset, consiste en la creencia de que las nuestras habilidades pueden ser desarrolladas fruto de la dedicación y el esfuerzo constante, considerando que la inteligencia y el talento no son más que el punto de partida. Como dice el dicho, el esfuerzo mata al talento. Esta mentalidad genera en uno un amor por el aprendizaje y la resiliencia necesaria para ser exitosos (Carol Dweck, investigadora de Standford University). Por el contrario, las personas con un fixed mindset creen que su inteligencia y/o talento son rasgos fijos, y creen que el talento en sí mismo es el que lleva al éxito, sin la necesidad de esforzarse. 

En plena cuarentena conocí el mundo del Design Thinking, y mi forma de ver y entender la innovación cambió drásticamente. El Design Thinking es, esencialmente, una metodología que utilizamos para asegurarnos que nuestras ideas realmente generan valor a las personas que estamos sirviendo. En el correr del curso se nos presentó una excelente nota de Scott Berkun, en la que habla de los diez mitos de la innovación. Solía la idea equivocada de que se necesitaba ser un Elon Musk o Steve Jobs para ser innovador. Me creí el mito del genio solitario.

El mito del genio solitario refleja la imagen del inventor/innovador en el imaginario colectivo. Esa idea del científico que trabaja solo, encerrado durante años, hasta que un día «inventa algo». Pero el acto de la innovación es altamente social: mientras que la soledad y la reflexión son instancias críticas a la hora de generar buenas ideas (para que una idea sea buena tiene que tener una propuesta de valor), las mejores ideas son aquellas que se construyen con otros. Durante su exposición, Juan reflejó, creo yo que sin notarlo, el concepto del genio solitario en muchas instancias, haciendo mucho hincapié en el yo. Es importante recordar el factor social de la innovación, el valor del trabajo interdisciplinario y del trabajo en equipo.

Animarse a emprender e innovar incomoda. Claro que no es fácil salir de la zona de confort, pero peor es no intentarlo. Como bien dijo Juan, hay que aprender a vivir en la incertidumbre y usarla como herramienta. Estamos en tiempos muy cambiantes, llenos de desafíos y situaciones que exigen que seamos creativos. Es en tiempos de crisis cuando surgen las mejores ideas, y debemos usar nuestra imaginación como herramienta para crear un mundo mejor para todos los habitantes de este Planeta Tierra.

Es importante adoptar una mentalidad de crecimiento. Aquí les comparto un excelente test que nos ayuda a entender mejor nuestra actual mentalidad y brinda consejos para cómo adoptar una growth mindset.

https://blog.mindsetworks.com/what-s-my-mindset

En mi caso, debo aprender a estar más cómoda con las críticas negativas o explorar la posibilidad de crecimiento en áreas que quizás dejé de lado por encontrarlas difíciles o por haber fallado antes. Es clave recordar que el fallo es humano. Nunca podemos dejar de proponer, crear, pensar. Siempre vamos a fallar, el fracaso no está en fallar sino en no intentar.

Josefa